14.3.11

Mi boca a veces me traiciona.

Me levanto con las
mismas ganas con
las que me acuesto.

Si no te crees mis palabras, mírame a los ojos y busca en ellos la confirmación de los sonidos en los que no confías. Los ojos no pueden mentirte porque no usan palabras. Hablan sin control, sin que podamos evitarlo. Por mucho que intentemos silenciarlos, no podemos.

Los ojos dicen verdades como puños. Por eso dicen que son el espejo del alma. Porque a pesar de no poder hablar no pueden callarse. Si algún día no te fías de mis palabras, mírame a los ojos. Y si mis ojos no te dicen lo mismo que mi boca, ciérrame los labios.

Apaga las mentiras. Duda de las palabras y dedícate a descifrar miradas. En ellas se descubre la verdad muda y la mentira a gritos.

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